La creación de la Academia Pontificia para la Vida en el Vaticano es una acción de la Iglesia Católica que promueve el valor de la persona, por el cual se pueden dar todos los demás valores en ella. Desde Aristóteles hasta Maritain, entre muchos otros autores actuales, han propuesto la corriente filosófica del personalismo con una jerarquización de valores en los que la vida y el cuerpo humano son contemplados como requisitos fundamentales para poder ejercer todas las demás potencias del hombre; su libertad o autonomía, su inteligencia, su capacidad de comunicarse y de aportar lo que él es a la sociedad a la que pertenece.

Cuestionarnos sobre temas relacionados con el inicio de la vida nos lleva siempre a la pregunta sobre la identidad de la persona. Conocer quiénes somos y los elementos en los que se basa nuestra dignidad, nos brinda la oportunidad de establecer una escala de valores acorde con nuestra esencia. Si la metafísica define al hombre como un ente, la antropología filosófica lo muestra a la escucha del ser superior a la inteligencia y no delimitable a la especulación.

Con la preocupación por despertar la conciencia sobre las implicaciones morales de los servicios de salud, la Comisión Nacional de Bioética ha organizado el Comité de Bioética de Salud Pública y Seguridad Social, que tiene entre sus objetivos "fomentar la creación de comités de bioética en las unidades hospitalarias del Sistema Nacional de Salud, conforme a las recomendaciones de la Comisión Nacional..."

Para poder promover el estudio y la observancia de principios éticos tanto en la medicina asistencial como en la medicina experimental, han surgido iniciativas internacionales para crear Comisiones o Comités de Ética. Estos grupos de trabajo develan la preocupación y el esfuerzo que el Estado y la sociedad misma ponen en común para proteger los derechos del enfermo, tanto dictando normas de aplicación general o particular del ejercicio de la medicina, como de disposiciones jurídicas y de criterios y medidas de seguridad para la investigación.

La elaboración cultural y las fundaciones científica y catequética han inspirado a Giovanni Russo para describir, basado en el enfoque histórico, la evolución de la bioética desde la moral médica desarrollada por teólogos católicos, hasta la institucionalización de centros académicos con distinas proyecciones, y propone para los católicos una pedagogía que permita razonar con un mayor diálogo.

La Comisión Nacional de Bioética promulgó este año como el Año de la Bioética en México. Este esfuerzo conjunto ha sido encabezado por el Secretario de la Comisión, el Dr. Manuel Velasco Suárez, eminente neurocirujano con una trayectoria que muestra, además de su destacada capacidad profesional, una profundidad y calidad humana ejemplares. Su trabajo aquí publicado muestra una visión personalista de la relación entre Derechos Humanos y Bioética.

No cabe duda que la época en que vivimos es un tiempo de contrastes. Se levantan las voces de políticos, científicos, profesionistas y ciudadanos todos defendiendo los derechos humanos que en el discurso se vuelven intocables y sacrosantos. Sin embargo, nunca como en este siglo se han visto tantas atrocidades en contra del hombre mismo. Nuestro siglo se han visto tantas atrocidades en contra del hombre mismo. Nuestro siglo, democrático, constitucional, ecologista y abanderado de los derechos humanos, es también el siglo de Auschwitz, de Bosnia, de Somalia, del Aborto Legalizado...

Muchas especialidades en el campo de la Medicina se encargan de abarcar problemas específicos de un sistema o grupo de órganos especializados. En cambio la Pediatría se involucra con las alteraciones de cualquier sistema o función que pueda repercutir en el sano crecimiento y desarrollo del niño. Dejando atrás el obvio compromiso del pediatra de velar la salud meramente física del niño, es también su responsabilidad el asegurar que éste logre y cuente con lo necesario para alcanzar una vida adulta plena. Los pediatras están a la vanguardia del compromiso de la sociedad para que las generaciones futuras evoluciones desde la concepción a la madurez en los máximos niveles de salud y bienestar físico, mental y social.

La farmacodependencia es un problema que cualquier sociedad moderna enfrenta. Parte de las substancias de las que actualmente se abusan han existido desde tiempo atrás, pero la disponibilidad, junto con el estrés que hoy en día existe, han provocado un exceso incontrolado en su consumo. La drogadicción abarca diferentes grupos de substancias con efectos opuestos. Son totalmente distintos la adicción y el ambiente del paciente que abusa de drogas como morfina y benzodiacepinas al inhalador de cemento y thiner. Con frecuencia se comete el error de tratar el tema de la farmacodependencia como uno sólo, y se olvida que lo único en común es el abuso de una substancia.

Al establecerse la Universidad Anáhuac, los motivos que su fundador perseguía eran los de "ofrecer a México generaciones enteras de líderes que, además de colocarse en primera línea por su preparación científica y profesional, pudieran ser fermento de humanismo genuino...". "En el campo de la medicina, cuyo objetivo es la persona humana y no edificios o simples máquinas, este ideal es especialmente importante y urgente, de tal forma que el médico debe estar dotado, no sólo de los conocimientos científicos y técnicos que el avance de la profesión le ofrece constantemente, sino también de un profundo sentido de humanidad. Desafortunadamente muchos profesionistas de la medicina, se han convertido en simples técnicos sin un verdadero interés por la persona humana que deben ver en el paciente, y aún en ocasiones imbuídos de una visión materialista, tecnicista y economista que nada tiene que ver con el humanismo..." (fragmento de una carta del P. Maciel, L.C. al Dr. José Kuthy Porter).

Los avances logrados en la Medicina durante los últimos decenios han motivado un enorme impacto en el conjunto de la vida humana, ya que la Medicina con sus recursos diagnósticos, terapéuticos y profilácticos acompañan al hombre desde el momento de su concepción hasta su muerte, contribuyendo además en forma definitiva en los profundos cambios que han experimentado sus condiciones de vida, acumulando constantemente una mayor experiencia de su conocimiento no sólo sobre el cuerpo sino sobre el espíritu, sobre la naturaleza humana, sobre su personalidad y sus relaciones con el mundo que lo rodea, teniendo en cuenta que el medio ambiente del hombre influye profundamente sobre su salud física y mental.

En varios países, sobre todo entre los más desarrollados, hay una gran inquietud, al observar que las destrezas, la tecnología y los conocimientos que las ciencias biomédicas alcanzaron durante los últimos años, han rebasado en muchas ocasiones el límite entre lo que es ético y lo que no lo es. Es así como han surgido Institutos de Humanismo en Medicina integrados no sólo por prominentes médicos, sino también por filósofos, sociólogos, teólogos y otros profesionistas interesados en conformar con bases más firmes, dentro de lo que es humano y lo que debe ser una actitud ética, las acciones de los distintos profesionales de la salud.

La ciencia es distinta de la moral; pero no puede prescindir de ella. No puede, porque el científico es un ser humano, con inteligencia y libertad, conciencia y responsabilidad; y porque las aplicaciones de sus investigaciones inciden sobre la vida de otros seres humanos. En efecto, todo lo que afecta a la persona humana tiene una connotación positiva o negativa, es bueno o malo, es decir, moral.