Los medios de comunicación en general, y en especial el In, están provocando grandes cambios en la manera de pensar de una gran cantidad de miembros de la sociedad actual. El acceso a la información casi instantánea sobre los nuevos avances de la ciencia y de la técnica en el campo de la medicina, ha hecho que muchas personas tengan acceso a este tipo de avances, en ocasiones, antes que los mismos médicos.

Miembros de la sociedad actual, influidos por algunas corrientes de pensamiento y dejados llevar por el materialismo, y el hedonismo, están proponiendo el desconocimiento como personas de muchos seres humanos; abogan porque sean desconocidos como personas -merecedores de respeto a su vida y a su dignidad-, a los seres humanos que aún no han madurado su ser racional y moral, a aquellos que nunca podrán desarrollarlo, y a aquello que han perdido ya sus facultades.

Iniciaremos con el presente número, el volumen XI de la revista Medicina y Ética. Se han cumplido ya 10 años desde que la Universidad Anáhuac, a través de su Instituto de Humanismo en Ciencias de la Salud, tomó el compromiso de colaborar en la difusión de la reflexión bioética en el campo de las ciencias de la salud tanto en México como en otros países a través de la presente publicación.

"Medicina y Ética es una revista internacional de bioética que busca servir de plataforma para el estudio de los problemas que tocan la vida del ser humano, desde un ángulo científico y ético". "La Universidad Anáhuac ha buscado siempre dar a sus esfuerzos académicos un sesgo humanístico. La Universidad es consciente de que el verdadero bien que ella puede aportar a la sociedad no depende únicamente de la preparación técnica de sus hombres". Los anteriores conceptos los encontramos en el Editorial del primer número de la revista Medicina y Ética publicado en 1990.

Para quienes asisten a los distnintos foros nacionales e internacionales, no es raro enterarse de que existen nuevas maneras de referirse a la bioética. Se habla de la bioética global, de la macro-bioética, de la micro-bioética, de la bioética de la eoclogía, de la bioética social, y de muchas otras maneras de nombrar esta disciplina que originalmente se reconocía simplemente como bioética sin ninguna otra puntualización. Esta revista, Medicina y Ética, así como la revista Medicina e Morale -con la cual se tiene un convenio para la traducción de algunos de sus artículos al español y es editada por el Centro de Bioética de la Universidad del Sagrado Corazón en Roma, Italia-, han tratado temas relacionados principalmente con la bioética aplicada en el campo de la medicina a través de los años.

Una de las metodologías de las que puede valerse la Bioética para su ejecución práctica es el diálogo. Diálogo entre personas capacitadas y maduras. Personas interesadas en escuchar a los demás. Personas comprometidas con sus propios principios y valores, y sobre todo, personas con una actitud interna de humildad. Las características anteriormente mencionadas son especialmente esenciales en cada uno de los miembros de todos los Comités de Bioética, ya sean éstos, Comités Hospitalarios, de Centros de Investigación, o de Docencia.

Con el presente número iniciamos el camino para completar los primeros diez años de existencia de la revista Medicina y Ética. el presente año marca también para la Humanidad el fin de una década, de un siglo y de un milenio, los cuales se cumplen al mismo tiempo. ¿En qué situación se encuentra el desarrollo que el mismo ser humano ha logrado de la cultura, de la ciencia y del manejo que éste ha hecho de la naturaleza hasta el momento?

Todos somos testigos de que en los últimos años, en varias partes del mundo se han estado fundando nuevas instituciones, muchas de ellas dedicadas al campo de la Bioética, algunas dentro de Universidades, otras afiliadas a grupos de profesionistas de las ciencias de las salud, Comités de Bioética Hospitalarios, etcétera. Estas instituciones están haciendo que cada día mas gente se esté interesando en el estudio de la parte humana de las ciencias de la vida, y al conocer mejor las razones por las cuales se puede hablar de que existe una dignidad en toda persona humana, estas instituciones ayudan a detener esta "cultura de la muerte" que cada día se nos presenta como algo normal.

Con el presente número, se completan ya 32 revistas de Medicina y Ética publicadas por el Instituto de Humanismo y Ciencias de la Salud. Los temas que se han tratado hasta la fecha cubren gran cantidad de temas relacionados con la Bioética. Sabemos que cada día hay más personas interesadas en muchos de estos temas, por lo que queremos poner a su disposición los números anteriores de la revista para ayudarles a complementar su bibliografía.

Este año se cumplen 25 años del fallo en los tribunales de Estados Unidos sobre el caso de Roe vs. Wade, que supuso la legalización del aborto en dicho país. Con este motivo, se tienen programadas varias actividades relacionadas con la Bioética y el aborto. Se ha programado ya el II Curso de Bioética, para los días 27 al 30 de abril del presente año. Dicho curso es organizado por la Escuela de Medicina de la Universidad Anáhuac en coordinación con la Academia Nacional de Medicina.

La tecnología actual esta encaminada a resolver fines que ella misma ha creado: como explica Hans Jonas en su libro Técnica, Medicina y Ética, la novedad de los medios produce continuamente fines no menos innovadores, y ambos se vuelven tan necesarios para el funcionamiento de la civilización, como inútiles hubieran sido para cualquiera anterior a ella. Pero, además, estos nuevos descubrimientos técnicos desplazan la posibilidad de expresión de la naturaleza humana del que los descubrió.

La intención de poder mejorar algunas cualidades de la raza humana datan de tiempos muy remotos. Podemos encontrar, por ejemplo, referencias de ideales eugenésicos en la Biblia, sobre todo en el Antiguo Testamento. Se entiende por eugenesia la intención de seleccionar y mejorar la especie humana, ya sea por medio de la limitación de embarazos o del nacimiento de bebés en los que se detectan alteraciones genéticas, ya sea por medio de la búsqueda de rasgos genéticos superiores, fomentando la procreación o la donación de sus gametos -tanto para la inseminación artificial como para la fecundación in vitro-, de aquellos individuos en los que se detectan "buenos" genes.

El término "clonación" ha aparecido recientemente ante los ojos del mundo como una prueba de los avances logrados por quienes se dedican a la Ciencia y la Tecnología. Muchos de estos avances ayudarán seguramente a la humanidad, ya que aportarán nuevas maneras de tratar enfermedades y sobre todo de prevenirlas. Sin embargo, sabemos que no todos los avances científicos y tecnológicos garantizan que se haya tenido un comportamiento ético por parte de quienes han participado en los mismos o de los fines que se tienen planeados para dichos avances.

Vivir en un estado de Derecho es lo que diferencia el grado de desarrollo de una determinada nación. Mientras los ciudadanos, así como los integrantes de los tres poderes del Estado logren armonizar sus derechos con sus deberes, respaldados por un conjunto de leyes respetadas y aceptadas por la mayoría, más cerca estarán del ideal social que busca toda civilización. Muchas son las sociedades que hoy se jactan de respetar el Estado de Derecho y aseguran que así están defendiendo al ser humano. Por desgracia, no siempre es cierto.

Defender la vida de la persona humana, así, sin más adjetivos, es lo que a nuestro entender debería ser la actitud de toda persona que está al servicio de la sociedad; especial responsabilidad tienen quienes se incorporan voluntariamente y por vocación a la comunidad médica y científica.

¿Podemos decir cuándo es tiempo de morir?¿Quién tiene el supremo derecho de poner punto final a una vida humana?¿Qué valor tiene esta vida humana para la comunidad científica actual? No va a ser un tema fácil ni que deje indiferente a la mayoría. La polémica sobre la eutanasia será una de las discusiones más apasionantes con las que se ingresará al siglo XXI.

Consentimiento formado trae a la mente la imagen de las demandas. Hace pensar en ese documento que asegura que el médico puede defenderse de una acusación por parte del paciente o de sus familiares, si llegan a presentarse problemas como consecuencia del tratamiento o de los estudios a los que se someta el paciente. Como que la sentencia: "Sobre advertencia no hay engaño", queda en el aire cuando nos referimos a este documento y, sin embargo, la función que cumple, el objetivo que se debe perseguir con él, es muy diferente.

La presente edición de la Revista Medicina y Ética está dedicada a rendir homenaje al Instituto de Bioética de la Universidad del Sacro Cuore de Roma, que este año cumple su décimo aniversario de fundación y que celebró un excelente congreso sobre los orígenes de la Bioética organizado por su director, Monseñor Elio Sgreccia.

Con este número de Medicina y Ética, llegamos al quinto año consecutivo de circulación. Con orgullo miramos el camino recorrido y los frutos recogidos en esta aventura editorial. Son ya veinte números publicados que, en su conjunto, han difundido iluminadores puntos de vista sobre el quehacer médico en el trato con pacientes, tratamiento e investigaciones científicas, realizados tanto por profesionales mexicanos como de diversas naciones. Gracias a ellos, los títulos aquí divulgados constituyen, en sí, un apreciable y nutrido compendio de lo que hoy se reflexiona y debate de cara a la búsqueda irrenunciable del bien del paciente, su familia y la sociedad.

La necesidad de la reflexión sobre la persona humana, quién es, de dónde proviene y a dónde va, es un acto que debería ser no sólo cotidiano, sino fundamental en nuestra existencia. Su ausencia nos lleva a severos problemas, que sólo pueden resolverse cuando retornamos a este cauce.

Se cumplen cinco años de vida de la revista Medicina y Ética, años en que de una panera profesional y científica hemos tratado de dar una visión objetiva de la fundamentación ética de la práctica médica y de los problemas relacionados con el bienestar sanitario de los hombres. A lo largo de este tiempo, muchos han sido los temas tratados a la luz de una concepción integral de la persona humana que pone por encima de toda consideración subjetiva la dignidad real del hombre como tal, independientemente de su condición social, intelectual o de desarrollo.

El ejercicio de la Bioética implica una constante reflexión acerca de la trascendencia de la persona humana, puesto que a partir de la conceptualización de esta característica del hombre emana toda acción de carácter normal.

Este año concluye con acontecimientos muy importantes para toda la humanidad: fue dedicado internacionalmente a una profundización sobre la base de la sociedad que es la familia, y se analizaron en una reunión cumbre los problemas sobre la población y el desarrollo. Hemos sido testigos del desarrollo de estos acontecimientos y de las diferentes posturas expresadas en ellos. Pero básicamente lo que ha sido expuesto a la luz de los acontecimientos acaecidos, es el afán de búsqueda de la identidad de la persona.

La creación de la Academia Pontificia para la Vida en el Vaticano es una acción de la Iglesia Católica que promueve el valor de la persona, por el cual se pueden dar todos los demás valores en ella. Desde Aristóteles hasta Maritain, entre muchos otros autores actuales, han propuesto la corriente filosófica del personalismo con una jerarquización de valores en los que la vida y el cuerpo humano son contemplados como requisitos fundamentales para poder ejercer todas las demás potencias del hombre; su libertad o autonomía, su inteligencia, su capacidad de comunicarse y de aportar lo que él es a la sociedad a la que pertenece.

Cuestionarnos sobre temas relacionados con el inicio de la vida nos lleva siempre a la pregunta sobre la identidad de la persona. Conocer quiénes somos y los elementos en los que se basa nuestra dignidad, nos brinda la oportunidad de establecer una escala de valores acorde con nuestra esencia. Si la metafísica define al hombre como un ente, la antropología filosófica lo muestra a la escucha del ser superior a la inteligencia y no delimitable a la especulación.